miércoles, 18 de diciembre de 2013

Como una más

... o una menos, según se mire. 

No quisiera que sonara egoísta, aunque seguramente lo hará, pero es la verdad... después de tantos años, y de tantas horas escuchandote a ti, y de tantos momentos echando de menos el mismo apoyo por tu parte, pero perdonando tu ausencia... 

Después de todo, sólo soy digna de cuatro palabras. Esto es verdadera amistad y lo demás son tonterías. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Confirmando pensamientos

Esta mañana he podido confirmar un pensamiento que hacía semanas me rondaba la cabeza. Un pequeño gesto, omisivo en este caso, me ha hecho darme cuenta de que ese "quizás" se ha convertido en una certeza. 

Sí, y es que a veces no nos hacen falta palabras, ni grandes desprecios, ni discusiones, nada... a veces con un pequeño gesto lo decimos todo. Y a mi me lo han dicho. 

Y no puedo ocultar que me ha dolido, y mucho. En la entrada anterior escribía que me negaba a pensar que todo es un circo. Así actué, y sigo actuando, esto es básico y esencial para mí, aunque hoy me haya dado cuenta que hay personas que no son honestas. Sí... creí que los actos y palabras eran sinceras, pero ahora resulta que no era así. Puedo comprender que la situación se haya dado así, lo entiendo y seguramente yo actuaría de esta forma también. Aún así no puedo dejar de sentirme dolida y, en cierta parte, traicionada. Hacía tiempo que algo tan insignificante no me importaba tanto, y no me hacía tanto daño. 

No obstante, lo importante en este momento no es mi estado de ánimo, ni mis sentimientos. Debo y tengo que poner por encima los sentimientos de otra persona, y lo hago porque yo sí soy sincera, honesta y coherente con mis pensamientos, palabras y promesas. Y no me duele hacerlo, porque éste está por encima de aquél en mi vida. 

Nada más... hasta la próxima. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Un circo?

Pienso en las reglas convencionales, en lo que comúnmente llamamos "buenos modales", o reglas de convivencia o usos sociales. Y pienso también en toda la gente que se sirve de esos usos sociales para esconder falsedades e hipocresías. El circo es el argumento estrella que usan aquellos que justifican su actuación conveniente. La vida es un circo, todos reímos o lloramos de cara a la galería, dependiendo del momento de la función en la que nos encontremos. Y en este circo de la vida las normas sociales de buena educación se usan de verdad, o de mentira según nos apetezca o nos convenga, y llega un punto en que las usamos bien o mal "recíprocamente". 

Yo me resisto a pensar que estoy metida en ese circo. Me resisto a sospechar constantemente que el trato que recibo siempre tiene un doble sentido. Me resisto también a entrar en ese juego, a empezar a tratar a los que me rodean según la intención por la que creo que me tratan. Si yo misma empiezo a pensar que todo es un circo, no tardaré en convertirme en payasa, y todos mis valores y principios no servirán para nada. Prefiero seguir dentro del cascarón (según apreciaciones ajenas), y seguir creyendo en la honestidad de las personas hasta que me demuestren lo contrario. Prefiero seguir creyendo en las palabras y mi primero impresión, antes que en suposiciones o sospechas infundadas sobre dobles y ocultas intenciones. Así soy más feliz. Y de esto va la vida, de intentar vivirla lo más feliz que podamos o seamos capaces. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Reflexiones

Sí. Ya se que últimamente mi paso por este lugar tiene un carácter un poco negativo. Bueno, mejor dicho, un tanto reflexivo, taciturno, decepcionado. Y no me voy a disculpar ni justificar. Por que creo que toda persona tiene derecho a pensar sobre todos lo aspectos de su vida. 

Quizá en mi estado de ánimo esté influyendo la situación social general. No puedo asegurarlo ni desmentirlo, no lo se. Lo bueno o lo malo, es que mi estado de ánimo me ha permitido comentar ciertas cosas con personas cercanas, y he podido escuchar lo que opinan y sus consejos, que confío que son pensando en lo mejor para mí. Creo que me ha venido bien. Llevaba unas semanas sintiendo cosas pero sin contarlas, sin desahogarme. Dando vueltas a la cabeza sin saber cómo actuar, ni en qué dirección empezar a caminar. No suelo contar lo que me pasa, me cuesta mucho pedir que me escuchen. A veces es necesario, de eso me he dado cuenta en estos últimos días. 

Las palabras de las pocas personas a las que les he pedido opinión me han ayudado. Los consejos no solucionan los problemas, pero ayudan, al menos te hacen reflexionar, en muchas ocasiones te hacen ver que hay más opciones. 

He llegado a la conclusión de que quien quiere puede, y que por muy unidos que hayamos estado a alguien, puede llegar el día en que te des cuenta que quizá lo que pensabas que era amistad no era más que cariño, compañerismo y algo de interés. Me hicieron una pregunta que cambió mi forma de pensar anterior: ¿si te pasa algo muy alegre, o si tienes un problema muy grave... a quién llamarías primero? No tardé ni dos segundos en contestar. Y sólo pronuncié un nombre. Después de tantos años, y sólo puedo pronunciar un nombre. Por una parte me alegro, es evidente por qué. Pero por otra siento tristeza. Esa persona me dijo que sí, que es duro darse cuenta de esas cosas, pero no pasa nada. Es el miedo a aceptarlo lo que nos provoca esa tristeza. Eso no quiere decir que tengas que prescindir de todo lo demás, solo te hace ver con quién puedes contar de verdad. 

Y después de esa conversación lo veo claro. Siempre lo he dicho, las personas somos distintas unas a otras, y tenemos formas diferentes de ver todo lo que nos rodea. Por eso las relaciones (de todo tipo) son tan difíciles. Porque lo que para una es importante, para otra no lo es tanto. O porque se viven de diferente forma y con diferentes significado las relaciones. Y aunque eso, como decía, siempre lo he tenido presente, ahora más que nunca lo veo claro y empiezo a darme cuenta que mi pensamiento es acertado. 

Lo difícil ahora es tomar decisiones. 

Y a eso no te puede ayudar nadie.