lunes, 29 de diciembre de 2014

De las fechas navideñas (Segunda parte)

.... y de que a parte de lo que ya dije en la entrada anterior, resultan una fantástica escusa para los reencuentros.

Y este fin de semana ha sido para mí eso, un fin de semana de reencuentros. Con amigos y compañeros con los que hacía tiempo que no compartía buenos momentos. Es cierto que día a día cae algún mensaje, alguna llamada, quizá con suerte un café rápido. Pero solo de vez en cuando hay ocasiones en las que podemos juntarnos todas y compartir un rato más que agradable.

Y estos días he tenido la oportunidad de reencontrarme, ¡y qué bien me ha sentado! El viernes tuve cita con el grupo de amigas de la carrera, hacía meses que no nos juntábamos las cuatro y fue increíble. Como si no pasara el tiempo (y la distancia) por nosotras. Pero fue corto y estoy deseando de nuevo tener otra oportunidad para seguir contándonos cosas y recordando viejos tiempos.

El sábado tocó otro evento esperado e ineludible... mis chicas CAP. Ellas y acompañantes se han convertida en más que eso, con compañeras, amigas, un grupo genial, divertido, con el que está asegurada la diversión.

Por eso, aunque las fechas navideñas me dan mucha pereza, y sobre todo este año me han dado quebraderos de cabeza y algún disgusto, también tiene su lado bueno: el de juntar a esa familia que se escoge.



PD: No obstante, este fin de semana ha dado también para esos "disgustos navideños", aunque éste casi sin importancia. Las suposiciones y la falta de comunicación hacen estragos. La madurez, el cariño y la amistad lo solucionan.


martes, 16 de diciembre de 2014

De estas fechas navideñas....

... y de las pocas ganas de celebrarlo todo con todos.

No voy a mentir diciendo que no me gusta la Navidad. No solo me gusta, me encanta. Me ilusiona todo lo que hay a su alrededor: las luces, el árbol, los adornos, los dulces típicos, el turrón, los regalos, la alegría, el buen humor de (casi) todo el mundo....

Lo que no encajo muy bien son algunas tradiciones navideñas de mi propia familia.... porque no sé si en las demás se dan en la misma medida.

Ese deber/obligación que tenemos de pasar esos días todos juntos como si todos nos lleváramos como la seda. Ese deber/obligación de no hablar de ciertas cosas. De estar en cada momento, en el minuto exacto, con la ropa adecuada, perfecta.

Son días familiares, de acuerdo; a la fuerza tienes que coincidir con toda la familia aunque haya algunos con los que no termines de llevarte del todo, correcto; pero..... ¿porqué esa sensación de decepción, de estar fallando, de culpabilidad extrema cuando no te apetece acudir a una de las citas navideñas?

Es más un reproche hacia mí misma que hacia lo que me rodea, así que quizá el inicio del post esté mal planteado. Debería haber dicho que no encajo muy bien mis sentimientos dentro de la tradición familiar. Porque si el resto del año hago y deshago, voy y vengo, como quiero sin dar más explicaciones que las verdaderas, ¿porqué no hacerlo también en Navidad? Siento como si la decepción que pudiera causar pudiera matar a alguien.

A partir del año que viene quiero empezar a hacer las cosas de otro modo.

martes, 9 de diciembre de 2014

De cuando no quieres ver lo que tienes delante....

.... y una se cansa ya de intentar que al menos lo ojees.

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y la verdad es que así es. Y es que esta persona no es no quiera verlo, es que lo ve, y en su interior sabe interpretar perfectamente, pero sigue haciendo caso omiso.

Y tu intentas aconsejar, hacerle ver, entender, también intentas que se quiera un poco más, porque al final se trata más de tu propia dignidad que de otra cosa, pero.... ¡no hay tu tía! Cuando parece que al final se ha dado cuenta y que va a tomar una decisión, te enteras que ha tomado la contraria.

Y cuando aconsejas no es que quieras que la otra persona tome la decisión que tu tomarías, porque cada persona es distinta, tiene sus propias circunstancias, sus propias motivaciones.... pero tampoco se puede aguantar tanto cambio de dirección, a veces más que una veleta.

Finalmente das un ultimatum, el mismo que debería dar otra persona, y dices: "tomes la decisión que tomes, apechuga con las consecuencias, porque no puedes quejarte todo el rato de lo mismo y no tomar decisiones y medidas para evitarlo. Si sabes que solo hay una manera de solucionarlo pero no te gustan las consecuencias, no puedes estar fustigandote todo el día. Aprende a vivir y a asumir las consecuencias de tus propios actos".

Cuando llegas a este punto con ella.... olvídate de más. No le gusta lo que oye, así que no volverás a oír nada de ella tampoco. Un alivio en cierta manera, pero egoísta también, porque esa no es manera de pagar una ayuda sincera de alguien que te quiere y que no gana nada con "mal-aconsejarte".







PD: Y a pesar de ello, contenta por otras cosas que tienen que ver con otras personas que pase lo que pase, opines lo que opines, aconsejes lo que aconsejes y hagan lo que hagan siguen buscando tu apoyo. Lo cortés no quita lo valiente.