viernes, 30 de agosto de 2013

Las primeras impresiones

Todos nos formamos una primera impresión de cualquier persona a la que conocemos. Todos, sin excepción, nos imaginamos cosas acerca de ellos con la poca información que recibimos de su aspecto físico, su forma de hablar y de tratarnos. A mi nunca me han engañado esas primeras impresiones... suelo tener, por así decirlo, un sexto sentido, una especial sensibilidad para captar la forma de ser de las personas con las que me relaciono por primera vez. Y aunque tengo esto muy presente, siempre que tengo una mala primera impresión recuerdo aquél dicho: "las primeras impresiones engañan", y doy una y otra oportunidad. Quizá repetirme esa frase en mi cabeza provoca un exceso de confianza, una actitud positivamente predispuesta a fijarme solo en lo bueno y no enterarme de lo malo. No es algo nuevo el hecho de conocer a alguien de quien, en un primer momento, tengo sentimientos recelosos, pero que decido conocer y entablar una relación. Tampoco es nuevo, sino que es algo muy usual, que esa misma persona al final termine mostrando, no sólo a mí, sino a quienes tengo alrededor, su verdadera cara, su verdadera personalidad, que encaja claramente con la mala impresión que me llevé al conocerla. No obstante, y aunque me pasa siempre con las malas primeras impresiones, tampoco me arrepiento de conocer a esas personas, porque siempre me enseñan algo. De lo único que me arrepiento es de lo malo que puede traer para las personas que tengo a mi lado, porque no soy capaz de explicarles el porqué no termino de fiarme de alguien.

Últimamente me ha pasado algo así. Estas cosas tienen que pasar, no lo podemos evitar, todos nos encontramos con personas buenas y otras no tan buenas, o vamos a decirlo de otro modo, nos encontramos con personas con las que conectamos mejor y con otras no. Lo que me duele es no haber sabido leer determinadas intenciones. Tampoco estoy en disposición de afirmar que tales intenciones existían, quizá simplemente las cosas se han dado así. Pero incluso en ese caso, mi primera y mala impresión no se equivocó, porque lo que percibí fue egoísmo, falta de generosidad y de empatía.

Ahora ya está claro, y no solo por cómo se han desarrollado los acontecimientos hasta este momento, sino también por las reacciones que se han dado, que más de adultos, bien parece la reacción de un niño de 3 años enfadado con el mundo. Quien no tiene nada que ocultar, quien cree firmemente en lo que dice, no se esconde de nadie. Sólo quien cree o sabe que puede quedar en evidencia intenta salir por la tangente y dejar que pase un tiempo para que "se olvide" lo ocurrido, porque se sabe al dedillo que "se coge antes a un mentiroso que a un cojo".

Después de primeras impresiones nada equivocadas, y sobre todo, después de un mes de agosto difícil, me siento orgullosa, no solo de mi, si no de quien tengo a mi lado.


PD: Acabando Agosto, aquí hace unos días grises, fresquitos y lluviosos. Espero que este fin de semana, el último antes de empezar con la rutina, salga el sol y haga calor, para recargar las pilas y poder hacerle frente a "la vuelta al ruedo".

lunes, 5 de agosto de 2013

Reflexiones y buenas conclusiones

Este fin de semana ha sido un no parar. Un no parar físico y mental. 

He tenido la oportunidad de hacer planes con personas a las que hacía tiempo que no veía. Buenos ratos con buenas personas. Momentos alegres, divertidos, agradables y reconfortantes, porque aunque haya pasado el tiempo, seguimos igual, nuestras relaciones no se resienten y eso solo puede querer decir una cosa: que somos buenos amigos, que lo nuestro es de verdad. 

Pero además he tenido tiempo para reflexionar sobre acontecimientos recientes y no tan recientes, sobre cosas que pasan poco a poco y que sólo cuando tienes perspectiva temporal y puedes juzgarlos desde lejos y todas juntas... te das cuenta de lo que ha ido pasando. También he tenido tiempo para darme cuenta una vez más que las primeras impresiones no me engañan. 

He pensado mucho sobre mi y todo lo que me rodea. He reflexionado sobre todo lo que ha venido, y me he preparado para lo que puede venir. Me da igual. Porque las conclusiones que he sacado de todo esto es que hay quien está conmigo. No me lo dice todos los días, ni le hace falta, porque en los momentos realmente importantes hace algo, actúa... y los hechos son los que quedan, porque las palabras se las lleva el tiempo. 




Tengo muchas cosas más que contar, pero no quiero, porque ya conté y las cosas no cambiaron. Y porque si cuento volveré a lo que he querido dejar atrás, que es decepcionarme una vez y otra vez más con personas que ya me decepcionaron y que se que seguirán haciéndolo. Es por ello que un paso más para dejar de decepcionarme y terminar asumiendo cómo son y en qué lugar me tienen es no hablar más de cómo me hacen sentir. 

Sin más... dentro de toda la confusión de sentimientos, me quedo con los buenos momentos que paso con las personas buenas.