miércoles, 12 de noviembre de 2014

De que no me quiero conformar

Últimamente me estoy conformando con muchas cosas. Casi podría decir que con casi todo lo que me ocurre y lo que ocurre a mi alrededor.

Pero desde este fin de semana he decidido que ya no me quiero conformas más, que me he hartado de siempre comprender, ponerme en el lugar de los demás, entender que no es el momento, o que mis sensaciones y sentimientos puedes posponerse.

Estoy HASTA LOS MISMÍSIMOS OVARIOS de tener metidita en la cabeza esa cantaleta que nos impone la cultura del "bienqueda", esa especie de cortesía hipócrita, amabilidad falsa, careta que la sociedad disfraza como "buena educación".

Pues no. No quiero ser bien educada, ni quiero ser cortés, ni amable ni quiero quedar bien con nadie que no sea yo misma. Ya está bien! Los últimos meses preocupándome de todo y de todos menos de mí y de lo que me apetece en cada momento.

¿Y cómo voy a salir yo sola de compras? ¿Cómo me voy a ir a dar un paseo yo sola por el centro? ¿Cómo voy a ir a tomarme un café sin compañía? ¿Cómo voy a pedir que me apetece esto o lo otro? ¿Y porqué no decido yo sin preguntar lo que comemos según lo que a mí me apetece? ¿Cómo me voy a tomar la libertad de decir que esto no lo quiero hacer? ¿Cómo no voy a hacer este esfuerzo? ¿Cómo puedo pensar en quejarme?

Pues sí. Quiero quejarme, e irme a dar una vuelta yo sola, tomarme un café, o una cerveza o un gintonic si hace falta, y quiero irme sola de compras. No me quiero conformar con el devenir de los acontecimientos.

Sobre todo ya no me da la gana de conformarme con las imposiciones. No quiero dejar de decir lo que opino porque vayan a pensar de mí determinadas cosas. No quiero dejar de defenderme por no discutir. Quiero que la gente sepa que tengo sentimientos, y que aunque sean distintos a los de los demás, también se tienen que respetar. Porque yo llevo mucho tiempo respetando, callando, dejando pasar, tragando con muchas cosas que no me gustan.

Hoy he tenido un arrebato de inconformismo. No me ha dado la gana de callarme lo que pensaba y lo que sentía. Y ese arrebato me ha llevado a esta crisis tecleadora. Lo siento por quien me lea, si es que alguien me lee.

PD: Este fin de semana empieza mi particular guerra sin armas.

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