lunes, 7 de enero de 2013

Y de repente... un muro

No sé que ha pasado, pero así, de repente ha surgido un muro entre ambas. Ha sido en apenas unos pocos meses. Me alegro enormemente de tu nuevo estado de ánimo, de tus risas y sonrisas, de tus nuevas miradas llenas de brillo, de tu simpatía renovada y de esa alegría que inunda todos los minutos de tus días. 

No sé si esta pared que parece que nos aleja ya existía antes o si ha surgido sin más. No sé si antes dejabas la puerta abierta porque necesitabas aire. Y no sé si lo que ocurre ahora es que, aunque la pared ahora es de cristal, has cerrado la puerta, echado la llave y entornado la ventana. 

Me alegra poder ver que te sientes mejor, y que ahora empiezas a recobrar la felicidad que tanto te mereces y te merecías desde hace tiempo. Pero no entiendo porqué no te apetece compartirla contigo, no me dejas decirte lo que opino, o lo que siento. No me dejas ni siquiera tocarte al timbre. 

Esperaré, como siempre lo hice. Nunca desapareceré, pero puede ser que la próxima vez que necesites abrir la puerta, yo me haya cansado de esperar en el portal.


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