... y de aguantarlas.
Cuando uno decide hacer una broma, tiene que estar dispuesto a aguantarlas. Son como las inocentadas del 28 de Diciembre. Si la haces, te la van a devolver.
No se puede pretender gastar una broma y querer que el otro se lo tome a bien, pero enfadarte, enfurruñarte, hasta indignarte cuando eres tú el destinatario. Mucho menos puedes esgrimir en defensa de tu indignación argumentos que se podrían utilizar igualmente para enfrentarse a tu propia broma.
He dicho.
Punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario